BRIANA KÉITEL

BRIANA KÉITEL

Briana

Nacimiento y Orígenes

Briana Kéitel nació el 24 de noviembre del 674 d.U. en la ciudad de Bibrébem, en el seno de una familia de la élite. Con 41 años, su vida ha estado marcada por el poder y la influencia que conlleva su linaje.

Apariencia y Presencia

De estatura baja, midiendo 1.60 metros, y con un peso de 52 kg, Briana es una figura imponente más por su carácter que por su físico. Su cabello moreno, corto, oscuro, ondulado y encrespado enmarca un rostro que no se puede describir como agraciado: ojos saltones y dientes separados, con una voz grave que desarma cualquier estereotipo de feminidad. Su apariencia es un reflejo de su personalidad dura y despiadada.

Personalidad y Carácter

Briana es conocida por su falta de empatía y su naturaleza egocéntrica, manipuladora y sádica. No siente remordimientos ni vergüenza por sus actos, deleitándose en la tortura y el sufrimiento ajeno, especialmente de aquellos de la tercera clase, a quienes desprecia profundamente. A pesar de no ser muy astuta, su voracidad y determinación la han convertido en una líder temida y respetada. Se enorgullece enormemente de su pertenencia a la familia Kéitel, un símbolo de su identidad y de su poder.

Miedos y Aspiraciones

Aunque Briana es una figura temible, su mayor miedo radica en sí misma: la posibilidad de no estar a la altura de las expectativas del Lórdezeit, una carga que pesa sobre ella constantemente. Este temor la impulsa a actuar con una ferocidad inusitada, siempre esforzándose por demostrar su fidelidad y destreza. Su mayor deseo es ver cumplido el cometido del Lórdezeit, y está dispuesta a hacer cualquier cosa para ayudarle en esta misión.

Una Líder Temida

Briana Kéitel es una figura que combina crueldad y liderazgo de una manera única. Su falta de escrúpulos y su placer en el dolor ajeno la convirtieron en una líder temida. A pesar de sus carencias en astucia, su voracidad y su orgullo por su linaje la impulsan a actuar con una determinación feroz. Su lealtad al Lórdezeit y su deseo de complacerle son los motores que dirigen sus acciones, siempre guiadas por su obsesión con el poder de la élite.